Decía Corvisier que "El historiador no debe confundir sinceridad y exactitud, como tampoco exactitud y precisión. Igualmente debe distinguir entre testimonios voluntarios y testimonios involuntarios. Estos últimos son generalmente los más sinceros, sino los más exactos". LLevamos muchos años trabajando con la historia familiar y por ello no creemos que la historia se haga sólo con documentos. Esto quizás era válido para una época en la que desde el mundo académico se despreciaban las fuentes orales, pero hoy la experiencia nos dice que quien redacta un informe o documento oficial (de esos que llenan los archivos) lo hace muchas veces por intereses de parte. Otra cosa muy diferente es que seamos capaces de interpretar ese documento por falta de conocimientos, que no siempre es así, como pasa con la historia militar. Ya hemos tocado dos temas complejos para la historiografía moderna, como la historia militar y la familiar, pero no por ello dejamos de compartir este estupendo artículo que habla de fuentes primarias, del trabajo del investigador y de como las diversas fuentes si no se complementan es por algo que debe averiguarse. Se trata de pasar la prueba del algodón a los documentos con un verdadero espíritu crítico. Esto último, como cuando se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos, es algo que brilla por su ausencia cuando el historiador tiene intereses de parte. Pero eso es algo que el lector avezado, y más el que consume historia, averigua rápidamente. Afortunadamente, cada vez es más difícil engañar a la gente.
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