Buscando las historias de vascos que participaron en la Segunda Guerra Mundial no siempre se encuentra uno con un clan familiar tan grande, con tanta gente involucrada, como el de la familia Adler y estoy seguro de que según vayamos buceando en la tan desconocida historia familiar irán surgiendo datos sorprendentes; quizás alguna vez he expresado mi opinión de que estamos ante la última frontera de la historiografía, territorio ignoto e inexplorado, pero volvamos a Minnie Adler, que sólo por su sacrificio y las noches que pasó en vela esperando cualquier desgracia, merecería pasar a figurar en los libros de historia como heroína. En este caso no se trata de un clan familiar de origen vasco, pero no por ello me resisitiré a citarla. 8 hijos de los diez que tenía Mini Adler estuvieron en la guerra y un noveno fue rechazado por la vista. Se trataba de una familia de emigrantes de origen alemán afincada en Omaha (Nebraska) cuyo padre, Joseph había muerto en 1931. De ellos, uno (Emil) falleció en la línea del frente en Luxemburgo el 2 de marzo de 1945. El joven había tenido mala suerte, pues acaba de reincorporarse tras pasar cinco meses convaleciente de sus heridas. La curiosidad de esta historia no termina en el dato del gran número de alistados en una sola familia, pues el caso de Omaha muestra la peculiaridad de tener hasta cuarenta fallecidos en aquella guerra que procedían del equipo de Baseball local, y Emil estaba entre ellos. Sirva todo esto como ejemplo de las posibilidades que la desconocida historia familiar tiene en el ámbito de la construcción de la memoria de comunidades o grupos humanos que no tienen quien les escriba.