El grupo de RH de la Asociación Sancho de Beurko nos muestra “La delgada línea roja” con este lobby card. Las novelas de James Jones, que han sido llevadas al cine en varias ocasiones, son la mejor representación de la campaña del Pacífico a través de la literatura, un total de tres que se complementan unas con otras (las otras dos son “De aquí a la eternidad” y “Silbido”), siendo para nosotros fuente de inspiración constante a la hora de componer escenografía para nuestro proyecto de memoria. Y es que dotar de contenido a las imágenes requiere, en nuestra opinión, no solo verlas sino también sentirlas, más allá incluso de si hay rigor en la composición del escenario o si se corresponden uniformes, armas y equipos. Haciendo bueno aquello de que la recreación histórica no debe ser un fin en si misma, lo que aquí nos importa es mostrar el trasfondo psicológico que nos plantea el sufrimiento humano en un escenario inhóspito y opresivo, donde el enemigo es un fantasma anónimo que acecha en una jungla impenetrable. Esto es lo que transmite la película de Terrence Malick de 1998 “La delgada línea roja”, la última adaptación de la novela homónima de Jones (hubo otra con el mismo título en 1964). Poco importa que lo que veamos en este fotocromo sean marines, que llevaron el peso de las operaciones en la isla en 1942, y el filme nos lleve hasta tropas del US Army encargadas de cerrar una campaña que ya estaba sentenciada para los japoneses en 1943, ya que aquí hablamos de lo mismo: un drama humano que se prolongó a la vida civil y dejó las heridas abiertas, algo que Jones, que era soldado profesional cuando los japoneses atacaron Pêarl Harbor, también nos contaría en “Como un torrente”.