Por empecinamiento del general De Gaulle, que ansiaba una victoria en el frente del Atlántico y no quería esperar al final de la guerra en Europa, el 14 de abril de 1945 dieron comienzo simultáneamente la Operación Vénérable (liberación de la bolsa de Royan) y la Operación Médoc (Pointe de Grave). Para ello contaba con el apoyo de los aviones de la 8ª Fuerza Aérea de la USAAF y del Grupo Aeronaval francés (GAN), los cruceros del almirante Rue, los carros de la 2ª División Blindada y del 13º Regimiento de Dragones. La Brigada Carnot fue convertida en Brigada Médoc y reforzada hasta sumar cinco regimientos de infantería. Uno de estos era el Regiment Mixte Étranger et Marocain (RMME) en el que había tres batallones: El Batallón de Voluntarios Extranjeros (BVE), formado por el Gernika y el Libertad bajo el mando del comandante Rascle, el marroquí de Laborde de Nogués y el batallón mixto del capitán Brun. Su jefe sería el comandante Chodzko, un duro oficial oficial procedente de la Legión Extranjera que había mandado el batallón Penthésilée desde el verano de 1944 y conocía perfectamente la región. La orden de ataque para el batallón Gernika daba los tiempos para la preparación de la aviación y de la artillería e informaba de las posiciones alemanas: un punto de apoyo en la cota 40 formado por dos o tres posiciones del tipo pelotón con 3 o 4 ametralladoras y un total de 30 hombres, otro punto de apoyo formado por varias posiciones de avanzada en las inmediaciones del puente de La Brede con otros 40 hombres y la posibilidad de ser reforzados por parte de una compañía reforzada de 130 hombres. El día amaneció con un intenso bombardeo de artillería que duró dos horas y arrojó sobre las posiciones alemanas 1.200 proyectiles de artillería, seguido del ataque de los bombarderos en picado SBD Dauntless. A los gudaris se les había avisado de los artefactos trampa y otros peligros que encontrarían por el camino y aquellos que quisieron oir misa pudieron ser atendidos por el padre Louis Souilly, capellán de la Brigada Carnot, ya que el padre Iñaki Aspiazu, viejo conocido de los exiliados vascos desde los primeros días del campo de Gurs, aún tardaría dos días en llegar al frente. A cada hombre se les repartió raciones de combate y municiones que llevaron en una manta enrollada sobre el hombro. A las cinco de la tarde el RMME encabezó el ataque por el Oeste, correspondiendo al batallón marroquí avanzar por la costa, mientras el Gernika y el Libertad llegaban al destruido puente de La Brede, que pudo ser cruzado gracias a los pontoneros. Poco después se encontraban frente al cortafuegos nº 8, la ruta asignada para llegar a la Cota 40, un importante centro de resistencia del batallón de fusileros 1059 de la Whermacht que cerraba la carretera de Montalivet. Se hizo un sorteo y se dispuso que el avance se hiciese escalonadamente por secciones. La primera en salir fue la 3ª, bajo el mando del capitán Martínez. Los gudaris tuvieron que avanzar de uno en uno por el cortafuegos detrás de un equipo de desminado francés formado por tres o cuatro especialistas que iban señalizando el pasillo con cintas, pero pronto perdieron a su primer hombre al ser alcanzado por un disparo en la cabeza y seguidamente a otro por la explosión de una mina. Los anarquistas del Libertad se desplegaron con relativa facilidad por la derecha de la Cota 40, aunque también tuvieron que lamentar algunas bajas por las minas y no pudieron progresar más allá del bosque de la Ricarde, incendiado por el enemigo. A las seis y media de la tarde el puesto de mando del coronel Milleret fue informado por enlace radiofónico de que los vascos progresaban muy lentamente y estaban bajo un denso fuego de cohetes Stuka zu fuss. Para entonces, ya habían perdido a todos sus desminadores y la situación se había vuelto insostenible bajo el fuego enemigo, peligrando incluso toda la unidad, ya que los hombres empezaron a abandonar la seguridad de las zonas señalizadas para desplegarse por el campo de minas. En ese momento intervino la 2ª Sección del teniente Fernández Ollokiegui, que pasó a la vanguardia del ataque permitiendo que los camilleros pudiesen retirar a los heridos, que iban descendiendo por el cortafuegos a la vista de todos. El gudari de Trapagaran Luis Fernández subió la loma con Ollokiegui y un puñado de hombres hasta hacer contacto con las avanzadillas enemigas: "La sección del teniente Olloquiegui recibe la orden de ocupar la vanguardia con Carrión y su fusil ametrallador. Antonio Múgica, joven gudari de 17 años, el sargento Nalda, el sargento Alfayate. El resto avanza en dirección al cortafuego para poder llegar hasta las posiciones alemanas. A nuestra izquierda Carrrión y Múgica abren fuego; llegamos hasta un pino abatido que nos sirve de abrigo. Los alemanes tiran balas trazadoras; los matorrales se incencian [...] vemos a los alemanes a 40 o 50 metros, en medio de los pinos, que se despliegan para rodearnos; hacemos fuego de izquierda a derecha sin cesar; conseguimos hacer retroceder al grupo de alemanes. Los quejidos y las peticiones de socorro han cesado. Aquellos deben haber muerto. Queremos llegar hasta las alambradas alemanas pero no podemos. Nalda tiene la mano destrozada. Ollokiegui nos da la orden de replegarnos pues nos faltan municiones. Nos retiramos con rabia en el corazón, llorando de pena al pensar en los gudaris muertos". El batallón Gernika tuvo en la Cota 40 cuatro muertos y 18 heridos, teniendo que retirarse hasta sus posiciones de partida protegidos por una ametralladora del Libertad, cuyo tirador, Mario González, perdió un brazo durante el combate. Los pinos saltaban en astillas y el bosque era presa de los incendios. Ni siquiera les fue posible mantener la cabeza del puente de La Brede debido a que toda la zona estaba bajo un intenso fuego de mortero. Los camilleros tuvieron que multiplicarse evacuando heridos a la retaguardia, donde eran atendidos por el médico del batallón, Claude Lesca, que dispuso la evacuación de los más graves al hospital de campaña de Lugagnac. Tras el combate, la fuerza quedaría reducida a 52 gudaris útiles con la moral muy tocada por las bajas. Los muertos fueron los sargentos Félix Iglesias Mina y Juan José Jausoro Sasía, el cabo 1º Antonio Lizarralde Garamendi y el gudari Antonio Múgica Arrizabalaga. Los cuerpos de Iglesias (Rentería, 32 años) y Múgica (Donostia, 19 años) no pudieron ser evacuados durante la batalla y fueron inhumados provisionalmente en la misma Cota 40. Lizarralde (Durango, 37 años) había sido herido en el pecho y murió al día siguiente en el hospital de Lugagnac. Jausoro (Alonsotegi, 29 años) también había sido alcanzado por un balazo en el pecho y murió en la misma Cota 40, pero su cadáver pudo ser evacuado. Tres veteranos antifranquistas y un joven pasado del interior que recibirían a título póstumo la Croix de Guerre con una estrella de plata al ser citados por el general Larminat en la orden de la división, mientras que el sargento Ricardo Nalda, que perdió una mano, recibiría, a título individual, la preciadísima Medaille Militaire. Al caer la noche un grupo de cuatro gudaris liderados por el comandante Ordoki realizó una descubierta hacia las líneas enemigas con la intención de preparar un ataque al día siguiente, pero todo sería en vano. La Cota 40 no sería superada hasta que los alemanes decidiesen evacuar las posiciones en su retirada hacia la fortaleza (festung) de Soulac. Aún quedaban días de lucha por delante.
Fotografías:
1. 14 de abril de 1945, comienza la batalla de la Pointe de Grave u Operación Médoc. Los gudaris del Gernika se reúnen en el cortafuegos para subir a tomar la Cota 40 (Jesus Valbuena para el Fighting Basques Project).
2. Un equipo de desminado francés abre un estrecho pasillo entre las minas para el avance del batallón Gernika. Mientras el detectorista barre el terreno por delante, los otros dos señalizan la zona segura con cinta blanca (Jesus Valbuena para el Fighting Basques Project).
3. La sección del capitán Martínez encabeza el ataque por detrás de los desminadores. Los gudaris caminan muy despacio con las armas preparadas para responder al fuego enemigo. Ni la artillería ni la aviación ha sido capaz de desalojar a los defensores alemanes (Jesus Valbuena para el Fighting Basques Project).
4. El avance se hace muy penoso y se paraliza cada vez que el equipo de desminado tiene una baja. La tensión es máxima (Jesus Valbuena para el Fighting Basques Project).
5. La pérdida de dos desminadores paraliza toda la operación y los gudaris asisten al triste espectáculo de la evacuación de heridos y muertos. La batalla ha comenzado de la peor manera posible (Jesus Valbuena para el Fighting Basques Project).