Libertad, libertad para investigar lo que uno quiera o pueda es lo que pide nuestro compañero Guillermo Tabernilla. Hay personas interesadas en perjudicar la venta de este libro desde el apriorismo y la falta de cultura democrática. ¡Contra la desinformación buenas dosis de información!
Hay personas interesadas en decirle a uno lo que tiene que hacer y lo que tiene que investigar. La libertad no es tal cuando las fuentes históricas dicen aquello que no nos gusta. Ya lo vivimos con el mito de los "Basque Code Talkers", que hubo a quien le sentó francamente mal y protagonizó una polémica vergonzosa y vergonzante en la que a un servidor se le llamó de todo, incluso algo que no se me había espetado nunca cual "indeseable". Sólo ellos y su sectarismo trasnochado se ponen en evidencia, porque será la historia y las nuevas generaciones de historiadores quienes juzgarán (y compararán) la honestidad de investigaciones históricas como las nuestras. Con el libro de "Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial" ha pasado otro tanto. Si ya es triste hacer consideraciones de una obra sin haberla siquiera leído (es curioso, porque todas las editoriales son conscientes de que no se venden libros, pero hablar de ellos si que se habla), más triste es hablar de no se que prejuicio por no investigar a la División Azul o, cuando esto no hace el daño suficiente (porque solo es eso lo que se busca, sabotear la venta de este trabajo), aducir que los norteamericanos que aparecen en la obra no son vascos porque lo dicen ellos, que ponen, al igual que otros hicieron antes con el trabajo sobre los "Basque Code Talkers", la etiqueta de quien es vasco o no o, aunque quizás lo que no decían aquellos (y sin embargo pensaban), es que se arrogan la potestad para decir quien es buen vasco o no. El libro que acabamos de editar con Desperta Ferro Ediciones no es una obra definitiva ni mucho menos, eso sería totalmente pretencioso por mi parte, pero es que nunca lo ha pretendido, ya que la investigación está en fase muy primaria y habrá nichos de memoria en los que un servidor y el resto del equipo del Fighting Basques Project quizás no puedan trabajar nunca por falta de fuentes o la no colaboración (cuando no firme oposición de las familias) como ese de la DA, el de Filipinas u otros, pero por si no estaba suficientemente claro, la reacción agresiva de determinadas personas contra esta obra (que no han leído siquiera) me está quitando las ganas de abordarlas nunca. Decía Alonso Quijano que no podía mandar a sus gigantes a luchar contra molinos de viento, pues yo digo lo mismo. Las reclamaciones al maestro armero, a quienes tienen los medios, a las grandes fundaciones, a la Universidad, a las instituciones que rigen la memoria, a mi que me dejen en paz hacer el trabajo que quiera o pueda. Como no soy profesor ni académico, no puedo acogerme a la libertad de cátedra, pero a la libertad si, esa que tanto nos niegan aquellos que quieren controlar la memoria. Estamos en el 2018 y así seguimos. Libertad para seguir haciendo trabajos como "Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial". Ah, y en cuanto a si esa diáspora viva que se identifica como vasca es o no es vasca resulta que es algo que se descalifica por si mismo, porque nadie puede decirle a una persona aquella identidad que tiene y si lo hacen es por falta de cultura democrática. Gracias a todos por vuestra paciencia.