El caso de las 15 tumbas, la mayoría sin nombre, de los republicanos exiliados que yacen en Kasserine, es un ejemplo tristemente perfecto del abandono al que se ha sometido la memoria y de la dificultad de entresacar, a estas alturas, todas estas historias personales que cuentan con poco o ningún apoyo institucional y si lo tienen (como en el caso de La Nueve en la liberación de París) se circunscriben a un tema puntual y para nada significativo -o con escaso apoyo, o capitalizado por grupos que trabajan en solitario y, desgraciadamente, sin apenas proyección- de una memoria que es muchísimo más extensa y que se refiere a una generación perdida que nosotros, desde Sancho de Beurko, nos hemos comprometido a entresacar, si bien en lo referido a los vascos. Dice el autor de este estupendo artículo, Santiago Alba Rico, que no sabe "si alguno de los familiares está buscando a sus muertos en Túnez" o si en los últimos años la embajada ha hecho algo para seguir este rastro. Son dos preguntas retóricas, porque las respuestas ya sabe que son negativas. La izquierda tiene un problema en aceptar toda esta memoria del exilio porque es una memoria de combatientes y cada uno con su propia problemática: unos expulsados del PCE por haber elegido la Legión Extranjera como modo de escapar a campos como el de Gurs, otros en las filas de la resistencia, reclutados por la OSS o en la propia Francia Libre, etc, etc.,y las familias no tenían a quien escribir, ni señas, ni dirección, ni nada, menos aún podían reclamar nada en un mundo en guerra que no estaba globalizado, y el paso del tiempo sepultó todos aquellos recuerdos. En el libro que editaremos en breve con Desperta Ferro Ediciones se entrecruzan algunas de estas historias de vascos fallecidos al final de la campaña de Túnez en 1943, formando en las filas de la Legión Extranjera, en cotas perdidas de la zona central del país como Djebel Mansour o Djebel El Hamra. La paradoja es que cuando los representantes diplomáticos están representados, no suelen tener repercusión mediática alguna (alguna responsabilidad tendrán ellos en que no se les vea) y en el futuro daremos algún que otro ejemplo. Somos conscientes del minimalismo de nuestra propuesta historiográfica, pero también creemos que es necesario escribir la historia de estos colectivos que, no nos engañemos, carecen absolutamente de ella. Pero de nada sirve predicar en el desierto si a la gente no le interesa. ¿O si?
Fotografía: ctxt.es
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