Un soldado alemán yace en una pista del bosque de Hürtgen como consecuencia de los combates del 8 de octubre de 1944, en los que se vieron afectados elementos de la 9ª División de Infantería, que abortaron un contraataque alemán que dejó 30 muertos sobre el campo de batalla, mientras que otros 27, incluido un jefe de compañía herido, fueron hechos prisioneros. Las imágenes del grupo de recreación de la Asociación Sancho de Beurko nos muestran como el avance de los estadounidenses, aunque fuesen éxitos tan parciales como los de este día en que se capturaron hasta tres fortines alemanes, dejaban el disputado terreno boscoso lleno de cadáveres que no se recogían, lo que supondría años después proyectos de recuperación de desaparecidos como el que lleva a cabo la agencia gubernamental para la investigación de prisioneros de guerra y desaparecidos en este mismo entorno, que geolocaliza las posiciones de cada unidad con la esperanza de recuperar los cuerpos. Por eso resulta fácil, observando a este soldado alemán caído a cuyo lado pasan los GI, trasladar esa misma visión al otro bando y así imaginarnos lo confuso de un escenario que a fecha de hoy aún esconde en la espesura su tributo de vidas.