Si alguien merece ese apelativo, además de por las estrechas relaciones que mantuvo con José Antonio Aguirre y su familia, fue Edward Wyllys Andrews IV. Nacido en Chicago (Illinois) el 11 de diciembre de 1916, acompañó a sus padres a Friburgo (Alemania) en 1929, donde cursó estudios durante dos años, pero luego regresaron a los EEUU. Se doctoró en antropología por la Universidad de Harvard en 1942, pero su pasión de por vida sería la arqueología. Entre 1939 y 1943 trabajó como arqueólogo para la Institución Carnegie de Washington D.C. en Honduras, Guatemala y México. En 1941 participó en el descubrimiento de las ruinas de la ciudad Maya de Dzibilchatún (Península del Yucatán, México). El 2 de junio de 1941 se alistó en la Armada, pasando a la Reserva Naval hasta su licenciamiento en diciembre de 1945 con el rango de alférez de navío. Pero sus actividades no sucedieron a bordo de ningún navío de la flota sino en la inteligencia militar. En diciembre de 1942 fue reclutado por la OSS, recibiendo adiestramiento especial durante un total de ocho semanas. En marzo de 1943 el entonces alférez de fragata Andrews fue transferido a la sección SI, de inteligencia secreta, en relación a España y al Marruecos español hasta agosto de 1945, convirtiéndose en el enlace oficial entre el gobierno de Aguirre y su Organización Airedale y la OSS. Sirvió para la OSS en diferentes misiones en África (Casablanca y Argel), Italia (Caserta y Bari) y Francia (París etc.) entre mayo de 1944 y julio de 1945. Fue condecorado con la Legión al Mérito del Departamento de Guerra de EEUU, lo que también incluía las actividades que realizó con los vascos. Tras la disolución de la OSS, Andrews continuó su carrera de espionaje hasta 1956 bajo el mando de la SSU, CIG, y la CIA. Al igual que lo fuese con la OSS, fue responsable de la sección de inteligencia secreta relacionada con la Península Ibérica . Después de jubilarse como agente se dedicó a tiempo completo a su pasión por la arqueología en el Middle American Research Institute de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans: En 1956 llegó a ser director de las excavaciones de Dzibilchatún (Norte de Yucatán, México). Falleció a edad temprana el 3 de julio de 1971 en Nueva Orleans. La prestigiosa revista American Antiquity en su número de julio de 1972 dedicó un extenso artículo biográfico a modo de obituario en el que se hace hincapié en su faceta académica, con especial énfasis en su temprana y dilatada en el tiempo (hasta el final de su vida) relación con la cultura maya, que empezó cuando era un joven estudiante de 18 años. Durante aquellas investigaciones de finales de los 50 estuvo vinculado con la National Geographic Society a través de la Universidad de Tulane (extraído del trabajo de Pedro J. Oiarzabal y Guillermo Tabernilla: "El enigma del mito y la historia. Basque code talkers en la Segunda Guerra Mundial").