El Suomi, uno de los mejores subfusiles de la Segunda Guerra Mundial, en esta foto de Sancho de Beurko. Hace unos días hablábamos de la presencia de este arma entre el arsenal de las milicias del norte (1936-1937) y pusimos una foto de Asturias, precisamente de donde procedían varios niños de la guerra que combatían en Carelia con las milicias de Leningrado. También hemos hablado de recreación histórica y memoria, y de como las imágenes nos pueden servir para empatizar con la generación de la Guerra Civil y el exilio. Seleccionando los materiales que luego os mostramos, podemos hablar además de arqueología experimental: tocar un acordeón, manipular un samovar y (¿por qué no?) un Suomi, como en esta imagen de nuestro grupo de RH sobre la 3ª División de la Milicia de Leningrado. Este arma disparaba el cartucho alemán de 9 mm y tenía un característico cargador de tambor que luego sería copiado por los soviéticos para sus subfusiles PPD-40 y PPSh-41. Se empezó a fabricar en 1931 para dotar a las fuerzas finlandesas, que lo emplearon por primera vez en la Guerra de Invierno (1939-1940), pero su primer uso en combate tuvo lugar tres años antes, durante la Guerra Civil Española, y constaba entre el armamento de las primeras brigadas asturianas llegadas a los frentes vascos. A pesar de lo que pueda parecer, su peso es poco mayor que el de los subfusiles MP 38/40, y fue muy apreciado por los soldados alemanes, que apreciaban en esta arma su fiabilidad y durabilidad, pues estaba muy bien realizada. A partir de 1942 apareció en el frente de Carelia la versión SJR con freno de boca para aliviar el retroceso.